miércoles, 6 de noviembre de 2013

Sobre mitos y prejuicios sexuales

Quisiera compartir un texto extraído de un taller de erotismo y sexualidad impartido por María Adela Mondelli, Psicóloga social, Sexóloga Educacional y Psicoanalista. Interesante y reflexivo.

“Todos tenemos un Sistema de Valores Sexuales, constituido por nuestras experiencias tempranas, nuestra historia familiar, nuestros grupos de pertenencia, nuestros valores estéticos, nuestros acatamientos y rebeldías a los mandatos familiares, sociales, a prejuicios, a mitos, a creencias. Mitos que se constituyen en verdades incuestionables para determinados grupos en ciertos momentos históricos. Por ejemplo, que la mujer no puede quedar embarazada durante la menstruación es un mito, y como tal sin asidero científico alguno.

Un prejuicio es una creencia que no encuentra su sustento en la observación de los hechos, y que se fundamenta en la opinión pública que repite esa creencia como con valor de verdad incuestionable. Por ejemplo, un prejuicio es que los hombres negros tienen mayor potencia sexual que los blancos.

Son algunos de estos mitos, creencias o prejuicios los que sustentan la versión de que las mujeres necesitan menos actividad sexual que los hombres. La otra cara de este prejuicio es el que dice que el hombre "siempre quiere". O que no puede decir “no” si una mujer se le insinúa... que siempre tiene que querer y poder, y si no es así, está en duda su virilidad.

Son estos mismos prejuicios los que dicen que los hombres "saben todo lo que hay que saber", son los encargados de "enseñar" a su pareja, y nada nuevo pueden experimentar ni aprender en relación con la sexualidad.

Todo esto no sólo deja en un lugar desfavorable a la mujer para poder explorar nuevas posibilidades, sino que se traduce en una sobre-exigencia hacia el hombre que encuentra su correlato en otros aspectos de la vida personal y social.

Nunca sabemos todo, ni lo que hacemos es lo único posible... siempre se puede cambiar para sentirnos mejor, más armónicos, deseados y deseables.

Conocer, explorar, descubrir nuestras posibilidades (sexuales y otras) nos ayuda a integrarnos en una vida más armónica con nosotros y con el medio en el que vivimos.
Varones y mujeres necesitamos querer y ser queridos, ser cuidados, respetados, acariciados, mimados, compartir deseos, emociones, comunicarnos con otros, poder elegir, ser aceptados en nuestras preferencias, y experimentar otras nuevas...

Otro prejuicio extendido y bastante actual, es el que dice que la homosexualidad o el lesbianismo son "una elección", como quien elige qué ropa se pone. Los prejuicios, mitos o creencias no son "inocentes", siempre responden a algún interés que quiere imponerse ... Si la homosexualidad fuera una elección como algunos la quieren hacer aparecer, entonces queda abierta la posibilidad de que alguien pudiera arrogarse el derecho de influir sobre la vida del homosexual o la lesbiana... quien elije, podría cambiar su elección... esa es la lógica.

El modo más sencillo de desmentir esto, es pensar en qué momento el heterosexual eligió serlo, y veremos que la tendencia afectiva y la orientación hacia determinado objeto de amor e interés sexual, no es consciente, tal como es cualquier elección.


Comprender que los seres humanos somos todos diferentes, que podemos tener mayor o menor afinidad con unos que con otros, que no estamos obligados a experimentar de todo, pero que eso no impide aceptarlo como opción de otros, es ciertamente lo más difícil que tiene la vida en sociedad. Pero también lo mejor que tiene. Lo que nos permite aprender y crecer con los otros. La sexualidad, como actividad erótica diferenciada de la exclusividad reproductiva, nos introduce en el erotismo como una experiencia ligada a la vida y la pasión, con el objetivo de paliar la angustia de la soledad, alcanzando diversos grados de fusión con otro u otros, pero sin dejar de ser nosotros mismos. Y acompañando al otro a ser cada vez más él.”


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