lunes, 27 de mayo de 2013

Mi viaje (3ª parte) por Aurora

Quedaba pendiente compartir los días siguientes al masaje recibido por Alejandro. ¡Madre mía! Excitación casi constante, alegría, agradecimiento a mi persona por permitirme hacer algo así, sentirme muy sexy y sobre todo algo sutilmente nuevo: me sentía especialmente mirada por los hombres y también sutilmente noté que sentía menos vergüenza que anteriormente y la que sentía, podía sostenerla más fácilmente. Incluso si soy sincera, me gustaban las miradas. He empezado a disfrutar de la mirada del varón. Estoy empezando a dejarme ser vista, a esconderme un poquito menos como mujer. Insisto, este movimiento es muy sutil, incluso ahora al escribir sobre ello me doy cuenta de que lo había olvidado y que quizás me haya vuelto a esconder algo. Pero noto mis ganas de mostrarme, de estar visible, de estar en el mundo, de sentirme deseada y sobre todo…de desear.

Por supuesto, me masturbé innumerables veces rememorando las situaciones vividas. Notaba más mi sexo, su presencia, su palpitación, su existencia, mi excitación, mi erotización. Esto sí que ha seguido perdurando en el tiempo y estoy muy agradecida a notar su presencia casi continua. Y noto cómo me excito en este preciso momento mientras escribo sobre mí. Nunca habría imaginado que compartiría con el mundo algo así de mí misma. Mi fantasía quizás era más egoica. Siento algo de pudor al mostrarme con tanta claridad.

Hice coincidir el masaje con un viaje de mi pareja así que tuve casi una semana para estar sola en casa y poder reflexionar, encontrarme conmigo misma, dejarme estar en lo que había, digerir todo lo ocurrido, etc.

A lo largo de los días me aparecía una clara apetencia de repetir la experiencia, con los típicos juicios que suelen acompañar a las acertadas necesidades de cada uno del tipo “nunca tienes suficiente”, “para qué quieres otro masaje”, “a ver si te vas a volver loca con estos masajitos” y un larguísimo etcétera que supongo os sonará. Bueno, lo dejé estar. Pero me seguía apeteciendo y de nuevo los juicios “qué va a pensar Alejandro”, “tienes mucho morro” y otro largo etcétera. Total, que finalmente llamé a Alejandro y le hice conocedor de lo que me estaba sucediendo, y al contarle me di cuenta de la importancia de lo que subyacía al deseo de un nuevo masaje.

Contándole, le dije una gran verdad que en la primera sesión no había compartido: en toda mi vida sexual sólo había conseguido tener un par de orgasmos con penetración. No conocía mi punto G y sentía que a mi pareja le frustraba el que no alcanzara el orgasmo con él durante la penetración. Las dos veces que lo había conseguido había sido con mi anterior pareja. Alejandro, como buen profesional, comprendió lo que compartía, agradeció que lo compartiese y efectivamente me propuso una nueva sesión para conocer y vivenciar mi punto G. Encantada de la vida claro. Sentí que mi trabajo personal sobre mi sexualidad iba cobrando más sentido y direccionalidad cada vez. Ahora había un objetivo muy claro y bello para mí.

Me parecía casi imposible esto de acceder a esta posibilidad de mi cuerpo. Siempre he sentido (aunque soy consciente que me pasa con más aspectos de la vida, de mi vida) que era algo a lo que yo no tengo acceso, como si no fuera para mí, y sí para otros. Algo relacionado con el permiso personal que yo me doy a sentir placer, algo de legitimización, de derecho. Yo no tengo derecho, los demás sí. Y claro, me doy cuenta de que es un error, una idea irracional, un esquema asentado en el tiempo erróneo. Pero claro, si uno cree que no tiene derecho a algo, nunca va a optar a ello. Darme cuenta de esto me pone triste.

Y también me alegra sobremanera verlo para poder destruir esta idea errónea y legitimizar mi derecho al goce y al placer conociendo mi cuerpo. Y sobre todo, me alegra sentir que estoy abriendo una puerta personal nueva que me invita a la exploración, experimentación y disfrute de mi sexualidad porque tengo la intuición de que esto tan solo acaba de empezar y eso me genera a su vez una gran motivación para continuar mi viaje porque si hasta aquí ha sido y está siendo maravilloso…olfateo la amplitud de posibilidades.

En la siguiente parte les contaré la segunda sesión de masaje sanador que recibí de “las manos” de Alejandro.  

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